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domingo, 23 de octubre de 2016

Mi 30 cumpleaños



Ya lo decía Gardel, veinte años no es nada, pero de los treinta no decía nada el jodío, debe ser que ya son algo… y así estoy hoy, pasando esta barrera, y quiero aprovechar para contaros un poco más de quién está detrás de Malonsilla; Manuela al aparato.

Si me llegan a decir hace diez años (o cinco) que mi día a día iba a estar lleno de flores y sombreros hubiera flipado, y no te digo nada si me dicen que mi trabajo iba a incluir hacer de modelo Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Yo que siempre he dicho que no valía para llevar una empresa, ni para vender, pues sí, soy un poco bocachancla.


Me he pasado desde los 18 años pagando tasas universitarias y dando bandazos de un lado a otro, no por equivocarme exactamente, sino porque por el camino he ido encontrando tantas cosas que me gustaba hacer que me cuesta elegir. Sí, si algo me define es la indecisión, mi madre siempre dice que soy como el burro de Buridán, que se murió porque no sabía qué hacer primero, si comer o beber. Tal cual. Tres graduaciones y un máster después me dio por emprender esta aventura que es de la que más orgullosa me siento en este momento, aunque muchos no entiendan que no me ponga a opositar o a buscar algo estable de “lo mío”, debe ser que me ha picado el gusanillo del riesgo. Cuando me hicieron mi primer contrato indefinido como psicóloga ya supe que la estabilidad no era mi panacea, porque os confieso que ese día sentí un poco de vértigo (y bajón) de pensar que iba a hacer eso mismo toda la vida, con todas las cosas que tenía pendientes! Y efectivamente, el indefinido fue finito, afortunadamente.


Y me hago la sorprendida, pero es curioso que el amor por la artesanía me abrió mi camino laboral, el primer contrato siendo una pipiolilla que soñaba con ser psicóloga lo conseguí en una entrevista con Elvira, mi primera jefa, que no sé muy bien ni cómo ni por qué, terminé contándole que me gustaba pintar y decorar camisetas, y ahí estuvo el secreto; las que después fueron mis compañeras y ahora amigas, todavía me siguen recordando como al irme del despacho Elvira no dejaba de repetir, ¡qué se hace su propia ropa! ¿No es genial?.


Pasé años alejada de la artesanía hasta que de la manera más absurda lo retomé, cuando mi amiga Cassandra me pidió que hiciera algunas cositas para decorar la tienda que estaba a punto de abrir, y me puse a hacer casi de todo menos lo que me pidió… que no era ni más ni menos que unas lámparas decoradas. Debe ser aquello del artista que hace lo que le rota al final, jajajaja. Lo de los tocados vino más tarde, cuando buscaba un canotier para ir a la boda de Álex y Bea, no había demasiado oferta y la que había se salía de mi presupuesto por mucho, así que ni corta ni perezosa me puse manos a la obra. Me chiflan las invitaciones de boda, pensar en el modelito… y lo hago con tanto tiempo que cuando estaba por llegar la boda al final me decidí por una pamela y aún estoy a la espera de ponerme un canotier, en casa del herrero...

Algunos ya me habéis preguntado quién me hace las fotos, y no no, un autodisparador es mi amigo, no creo que nadie soportara tanta paciencia de horas que echo delante de la cámara para fotar los modelos que van saliendo del taller, porque cuando salgo mona ya os digo que hay muchas fotos que son para encerrar en un cajón y tirar la llave al fondo del mar. Poco a poco empiezo a descubrir a fuerza de ensayo y error cuál es la cara estándar buena, pero no es sencillo cuando te haces las fotos recién salida de la cama y tienes que poner cara de persona humana feliz, cuando vas contrareloj para que no te pille el mensajero con las cajas sin cerrar, ni cuando tienes esos días con cara de coliflor que no te la quita ni el maquillaje.


Lola, mi mejor compañera en el taller, le encanta chupar cámara.

Parte del secreto que tengo es poner música de esa que motiva a cualquiera a todo trapo, echar unos bailes caseros dándolo todo y ponerme delante de la cámara con esa alegría residual que queda, ¡ah! y muy importante, apuntaros esto que os voy a decir a fuego, sonreir con los ojos, sí, lo sé, parece un sin sentido, pero no, en noséquésitio leí que era la esencia para salir favorecida en las fotos y toda la razón, siempre que te pongas delante de un objetivo imagina detrás de él a esa persona que siempre te saca una sonrisa con sólo mirarla.

Tengo muchísimas cosas apuntadas en post it que quiero poner en marcha, espero poder enseñaroslas en las próximas temporadas, porque hay que pensar en grande, y soñar bien fuerte, como me dijo un día Cassandra, ¿quién era Rosa Clará antes de ser Rosa Clará? Pues eso, creed en vosotros que el camino no es sencillo, pero más fácil de lo que nos hacemos creer.


Y por supuesto gracias, a cada una de vosotras (y vosotros, minoría...jaja, que no me olvido) por los Me Gusta de las publicaciones, por las fotos que me mandáis y me hacéis tan tan feliz, por las palabras que me dedicáis en los mensajes, por confiar en estas manos una y otra vez para lucir bellas y GRACIAS por ayudarme a que Malonsilla siga viento en popa.

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